martes, 24 de agosto de 2010

Nacionalismos

Hacía ya tiempo que me rondaba por la cabeza opinar acerca del nacionalismo en general. Un sentimiento que, a pesar de tomar forma en el siglo XIX con el Romanticismo, es causado por nuestra condición de animales territoriales. Los seres humanos, desde que dejamos de ser nómadas y nos asentamos, adquirimos un sentido muy arraigado de la propiedad de la tierra. No soy especialista para conocer las causas, pero compartimos con otros animales el instinto de marcar un territorio, de hacerlo nuestro, de sentir que nos pertenece y de querer ampliarlo invadiendo el de otro. La mayor parte de las guerras han sido causadas precisamente por esta avidez de poseer territorio, por ampliar fronteras, por conservarlas... Luchas por la tierra. Si a ello le añadimos que también somos seres gregarios, que formamos sociedades, y que estas sociedades forman pueblos que crean identidades a través de tradiciones propias, del uso de lenguas diferentes y de formas distintas de adaptarse al medio en el que viven, tenemos el caldo de cultivo perfecto para el nacimiento de las llamadas naciones. Todo esto parece perfectamente natural, inevitable, pero así como los hombres nos hemos impuesto a las leyes naturales en muchas ocasiones, avanzando como especie a pesar de las limitaciones del instinto, ¿por qué no somos capaces de sobrepondernos a él también en este caso? La identidad cultural nacional de un pueblo es digna de respeto como estudio de sus tradiciones, su lenguaje y demás rasgos que los hacen distintos, pero no debemos olvidar que precisamente lo que hace es distinguir. Los nacionalismos ni ayudan ni ayudarán nunca a sentirnos nacidos iguales, fomentan los tópicos, la xenofobia y el sentimiento de superioridad o inferioridad respecto a los demás. El nacionalismo es un instrumento que manejan aquellos ávidos de poder y nosotros unos ilusos deslumbrados por unas ideas neorrománticas que exaltan desde el cine, la televisión y demás medios de masas. Hay que reflexionar sobre ellos, hay que estudiarlos, pero deberíamos ser conscientes de lo que significan y suponen para nosotros, de dónde provienen y para qué son útiles. Hay que intentar deshacerse de todo aquello que lo pueda hacer a uno manipulable, en eso debe consistir la libertad de pensamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario